viernes, 24 de agosto de 2012

El arte del 69

La posición sexual conocida como 69 debe su nombre a la figura que forman dos cuerpos, donde ambos ubican su cabeza en el extremo de los pies del otro para dar y recibir sexo oral al mismo tiempo.




La posición habitual ubica a la mujer encima del hombre, ella coloca su zona genital en el área de su boca y a la vez se acerca con su cara hasta los genitales del hombre.


Con el objetivo de aprender a dominar esta posición y aprender a disfrutar al máximo del placer que puede brindar, presta atención a los siguientes consejos:


Dejar de lado la timidez: Aunque a muchas personas pueda resultarles brusco poner sus genitales sobre la cara del otro, es sencillamente liberador y puede dar mucho placer dado que el otro accede a la zona completa y puede estimularla ampliamente.


Buena higiene personal: Dado que, como dijimos, en la posición del 69 cada persona pone sus genitales sobre el rostro del otro, un detalle fundamental es estar sumamente limpio y oler bien. Si puedes bañarte antes de estar con tu pareja, pues será ideal.



Mantenerte tranquilo: Algunos hombres consideran al 69 tan excitante que eyaculan demasiado rápido y no le dan tiempo a la mujer para disfrutar. Si ves que las cosas avanzan demasiado rápido, trata de concentrarse por unos instantes en la otra persona y en su placer, así demorarás el tuyo.



Prestar atención: Dado que mientras brindas placer también lo recibes, si te dejas llevar por lo que sientes te olvidarás del otro. Lo ideal es prestar atención a la mujer y ver si está disfrutando, mientras disfrutas también de las sensaciones en tu propio cuerpo.




Mantener la comunicación con la mujer: En otras ocasiones puede ser la mujer quién se está dejando llevar por el placer y puede terminar por ser descuidada con tu miembro. Consejo: trata de mantenerte comunicado con ella y dile si las cosas van mal o si algo no te gusta.




Usar también las manos: Si el proceso se vuelve un poco largo, puedes alternar el uso de las manos con el de la lengua y los labios para darle placer a la otra persona.




 Otras buenas posiciones del 69


Lesbico




Extremos


miércoles, 15 de agosto de 2012

Humor sexual

Fotos en plan chistoso y cómico, pero con temas sexuales de fondo; erotismo en imágenes de risa.


 


 



 

lunes, 13 de agosto de 2012

Un coleto en tacones


**Nada como una buena arepa con pernil y queso amarillo con el batido de patilla respectivo. Perfecto para quitarme tanto sabor a semen de la boca y bajarle a la nota de blanco. Creo que esta vez me pasé de la mano.

Siempre digo que basta, no rumbeo más, no bebo más, no inhalo más, y termino como un coleto por mala copa. Normal, cuando eres tu propia jefa no hay quien te ponga parámetros, y mucho menos cuando trabajas como dama de compañía a domicilio, para no decir que soy puta.

Ya saben cómo los clientes la consienten a una; fiestas, joyas, paseos en yate, jacuzzis y saunas, ropa de etiqueta, drogas. Vivo entre lujos y penes con billete. Yo me codeo con políticos, diputados, de la Asamblea, para ser precisa. La verdad es que nos va bien, entre las tres alquilamos un apartamentico bien chévere por Chacao. Obviamente, la discreción es imposible, las miradas de los hombres se nos clavan como cuchillos en las nalgas, y otras te ven con cara de infame, como si fuéramos la causa de sus incapacidades sexuales para satisfacer a sus maridos, ¿y saben qué? Me sabe a mierda. Yo estoy muy clara de quién soy y cada paso que hago es para ganar dinero.

 

En fin, mi mente hace un flashback de cómo empezó el jueves de gozadera, Ladies Night. Correteos de último momento, el taxi ya está llegando y no estoy lista. El chocho lo tengo catarata, al menos no me duele tanto el vientre, el humor me ha cambiado, y de pana, quiero salir.


Las muchachas me esperan abajo, un pase leve de perico para entrar en calor y salgo del cuarto como una ardilla.

Llegamos, al bajar del móvil siento que salí de una burbuja presurizada. Respiro profundo, actúo natural, me arreglo el vestidito de color plomo y entro a la discoteca. Humo denso entre luces naranjas y azules, reggaetón trancado y caras bonitas inundando un lugar lluvioso de hormonas.

En la barra pido un vodka con naranja y granadina. Plata no hace falta; estás hablando con la maestra del chuleo, los hombres son presas fáciles de convencer, y más cuando piensan con el huevo.

A mis bebas las dejé por un momento para “empolvarme” la nariz. Cada dos líneas de cocaína incrementan mi percepción de que soy la vaina más sensual del mundo. Me siento una diosa. Al salir creo que puedo apoderarme de lo que sea y de quien sea. La mezcla de drogas y alcohol alteran mi espectro visual, no veo hombres, veo dinero, veo clientela, veo “tigritos”. Maldita menstruación que me interrumpe las oportunidades de trabajo.

El tiempo pasa rápido, los tragos y los cigarros se alternan para consumirse en mi organismo. La cocaína es el único pellizco que me mantiene despierta, estoy vuelta un coleto.

El tipo de seguridad ya veía que me la pasaba demasiado tiempo en el baño. Yo ni pendiente, entraba y salía como si nada hasta que me abrieron la puerta de un coñazo, la línea que había preparado con delicadeza se deshizo por el shock del momento.

Era alto, con paltó negro y linterna en mano, me agarró del brazo sin dejarme arreglar el desastre que hice. Histeria interna en un área inapropiada, ya he pasado por esta escena antes.

—Tú si eres descarada de verdad, salte chama, salte de aquí.

—Ya va, ya va, ¿coño, pero me vas la vas aplicar así? Aquí todos andan en una ¿y a mí es a quien se la vas aplicar?, refuté.

—Salte chama, salte –insistía el guachimán–, andas enchavando el sitio. Por lo menos sé más caleta con esa mierda, no entras más a esta vaina.

 Con la poca lucidez que me quedaba traté de convencer al tipo.

       —Ok, ya entendí. Pero cónchale, tampoco es para que me trates como una cualquiera. ¿Sabes? Eso a mí me afecta. Necesito ayuda. (Escena balurda de novela mientras le toco con sutileza el pecho).

—Chamita, entiende; no puedes estar cayéndote a pases aquí. Salte y ya, que me estás haciendo arrechar.
—Bueno, entonces háblame claro.

Agarro al tipo del paltó, le pego mis tetas, me dejé llevar por los químicos, lo jalo adentro de uno de los cubículos, cierro la puerta y me siento en la poceta. El vestido que descubría mi espalda se bajaba hacia adelante, revelando mis pequeños senos. Qué arrechera trabajar de gratis.

—Mosca con una vaina.

Ya el guardia sabía el cambalache que me disponía hacer para comprarle su silencio y no me cortara más la nota. Seguramente.

Le bajo los pantalones hasta las rodillas, tiene unos interiores del Barcelona bien maricos, él se agarra de las paredes mientras yo arrugo mis labios en la cabeza de su pene. Lo miraba y sus ojos mostraban a un tipo fácil de correrse. El exceso de alcohol y sustancias me hacían más impulsiva, haciendo que le apretara el escroto con saña.


Eso hizo que suspirara de dolor y le cortara un poco la nota.

—Suavecito, eso, suavecito. Mosca y me lo muerdes.

Idiota, si supiera cuántos de estos, y mejores, me he llevado a la boca. Es como si llamaras enfermera a una doctora.

Saco más la lengua para metérmelo hasta la garganta, pegando mi frente en su barriga. La falta de oxígeno me marea, me alejo hacia atrás y tomo aire como si saliera del fondo del mar.

Su miembro oscuro brilla con tanta saliva, me toca las tetas e intenta levantar mi vestido para agarrar mis nalgas.

—No inventes, tengo la regla –le dije para quitarle de una las intenciones–.

Me sostenía de sus muslos para chuparle el pene de atrás hacia adelante, mis zarcillos sonaban con cada movimiento que hacía con la boca.

El de seguridad me agarraba la cabeza, acariciaba mi cabello negro como signo de aceptación, como si fuera una perra obediente.

Cada vez que me lo sacaba de la boca para recuperar aire, compensaba masturbándolo con mi mano derecha. Estaba empezando a cerrar los ojos, ya estaba en la recta final para soltar la pega blanca.
Para mi sorpresa, el muy imbécil me lo introdujo en la boca a la fuerza y empezó a meterlo y sacarlo. Trataba de separarme de él, imposible con la fuerza que tenía. Sentía como la garganta se me trancaba con la verga del tipo, una sensación de asfixia me hacía patalear para todos lados, se me aguaban los ojos, el rímel se corría. Maldito guachimán de mierda.

Cuando el tipo acabó en mi boca, me tapó la nariz para que me lo tragara a juro. Ahí fue cuando las náuseas me dejaron mal. Estaba con las piernas estiradas, sentada con las tetas salidas, tratando de recuperarme mientras el hombre se subía el cierre y me miraba con descaro.


—Arréglate y salte. Si me hechas paja, te mato piazo’e perra, y se largó del baño arreglándose el paltó.

Me arrodillé frente a la poceta para vomitar. Un estado poco ético para reconocer mi insensatez, undown progresivo que necesitaba quitarme. Un pasecito creo que me ayudaría. Sin embargo, no me quedaba nada, así que con la cara de muerta salí como pude del baño.

Caminaba por el pasillo tocando las paredes como braille, sentía que respiraban al ritmo de mis pulmones. Ojos en las sombras me castigaban hasta que llegué a la barra.

Estaba sola, sin coca y con el cerebro hecho un trompo. Estas malas situaciones son para reflexionar, todo tiene su por qué. Quizá debería tomar en cuenta estas cosas antes de llevarme tanta porquería a la nariz y no se vea afectado mi trabajo.

Pero bueno, ahora necesito un cigarro para bajar el ritmo cardiaco, un trago de vodka con bebida energética y… capaz, una bolsa más para evitar tantos tropiezos. Sólo por esta vez.

Por Melanie Araya/ U-Sex.

martes, 7 de agosto de 2012

La unión de la Abeja

La mujer se sienta sobre el pene de su pareja, el mismo sentado y las piernas desplegadas hacia adelante. La mujer puede entonces ir y venir verticalmente apoyándose sobre las manos y las piernas. El hombre acompaña al movimiento levantándola por las nalgas o los muslos.


Variante : El hombre puede posicionarse de espaldas a la pared para un mejor apoyo. La mujer puede arrodillarse en vez de sentarse para poder agacharse más fácilmente hacia adelante y cambiar de ángulo de inclinación de la vagina.

Variante lesbica: Una de las mujeres se coloca el arnés con el consolador. Y la otra mujer puede arrodillarse en vez de sentarse para poder agacharse más fácilmente hacia adelante y cambiar de ángulo de inclinación de la vagina.


Los más


  • La mujer controla mejor la profundidad de la penetración que en las demás posiciones con penetración por detrás.
  • Las paredes de delante de la vagina y el punto G están bien estimulados.
  • El hombre en posición pasiva puede acariciar prolongadamente los senos y el clítoris de su pareja.  



Los menos
  • Posición cansina para el hombre en ausencia de apoyo.



Juegos eróticos de mesa, o de cama…



¿No te ha ocurrido alguna vez que has organizado una reunión en tu casa y que, a pesar de la buena intención de todos, parece como que el ambiente no termina de animarse?.


Si notas que se producen de vez en cuando incómodos silencios, a pesar de tener música puesta, o incluso la tele, y no sabes qué hacer, es el momento de echar mano de la imaginación y de lo que tengas en el armario…

Y nada mejor, entonces, que provocar unas risas y sacudir las feromonas de todos los presentes con alguno de los juegos para adultos de mesa disponibles en el mercado de artículos eróticos.


Estos juegos eróticos para mayores de edad llegan cargaditos de pruebas y preguntas excitantes, cuya idea principal es la de crear un clima de alta carga sexual en medio de una diversión sana y sin pudores, y de ayudarnos a mostrar nuestra capacidad para ser atrevidos y disfrutar de un tiempo lúdico sin restricciones de ningún tipo.

Pero si lo que quieres es, simplemente, disfrutar en pareja, puedes optar por juegos aún más provocadores en contenido. En ellos, generalmente, de lo que se trata es de realizar pruebas y cumplir ciertas misiones, siempre de contenido sexual. Entre los elementos y accesorios que incluye, y dependiendo del juego que hayamos elegido, podremos encontrar las cartas en forma de pene o de senos femeninos, o con un consolador-vibrador como valioso complemento, que viene acompañado de gel lubricante.

Entre las distintas variedades podemos encontrar versiones más suaves en contenido, para los menos lanzados; versiones gays; o versiones de juegos de toda la vida, como el sexyonary en vez de pictionary, o el sexopoly en vez de monopoly.

Y si prefieres algo más sencillo, puedes recurrir a jugar a las cartas con naipes ilustrados con posiciones del kamasutra, o un dominó con fichas decorados con el mismo motivo.

Se elija uno u otro, es una estupenda manera de pasar unas horas en las que nos olvidemos de los complejos y nos dediquemos, sin reservas, a disfrutar.

Karla Osuna “En Pelotas”


Esta es la mamita de “En Pelotas”

Les dejo esta hermosa #Totogirl, su nombre es Karla Osuna animadora de “En Pelotas”, por Canal Plus Venezuela. Sus imágenes la muestran casi “en pelotas”, dejándonos boquiabiertos.












Relato de una prostituta - El sustituto


“En el burdel la vida es más sabrosa”, dijo un borracho en la barra jurungándose el coroto por encima del pantalón mientras ve a mis compañeras entre luces de neón. Lo que más me obstina de los tipos así es que no te brindan ni un mojito y luego quieren morderte los pezones de a gratis, con los pocos dientes que les quedan.

Un miércoles por la noche  en el Hotel Ibiza es la vaina más ladilla del mundo. No estamos todavía en la fecha de quincena, eso quiere decir que la cosa va a estar muerta y apenas son las doce de la noche. Adentro en el bar la música suena con ganas, escucho a Natty y su Orquesta a todo volumen. Los mismos borrachos de siempre bebiendo cerveza barata, uno que otro forastero retraído tomándose un trago a solas sin querer que ninguna de nosotras se le acerque. La cosa esta floja, les estoy diciendo, nadie suelta plata los miércoles.

Este es el noveno cigarro que me fumo en el estacionamiento de este asqueroso hotel en Plaza Venezuela. Esa ley antitabaco me parece una imbecilidad. Mírenme aquí, una puta de 22 años, sin estudio universitario, hija de familia clase media abriendo las piernas a desconocidos. Sí, es muy bonito estudiar y todo ese peo, pero aquí veo dinero. Aquí no seré una profesional, pero soy una diva. Aquí no tendré una buena reputación, pero soy deseada.

Aquí hago “favores”, nada que una buena chama como yo pueda hacer. Este es mi sitio de trabajo desde hace dos años, la versatilidad y la creatividad son las claves para rendir en este negocio. Creo pude haber sido publicista después de todo.

Boto la colilla del cigarro hasta la mitad, no me gusta tener los dedos amarillos, y vuelvo a entrar a la recepción. Son pocas las veces que me encuentro ahí ya que siempre estoy en la casa de atrás en mi habitación, pero el único motivo es el recepcionista que trabaja en lobby. Le dicen “Cheo”, tiene dos años más que yo y sinceramente es la única persona con la que vale la pena conversar en esta pocilga.

Las noches de trabajo son una eternidad, pero hablando con Cheo la cosa es diferente. Cada vez que hablo con él es como si lo estuviera conociendo nuevamente, esa mirada tan pícara lo dice mucho.

Lo divertido es que está pendiente del mismo juego que yo, esa lanzadera de puntas tan sutiles  ­que siempre me saca una sonrisa, así debería ser el Romeo de nuestros días. He descubierto el fetiche que le genera la ropa interior, entre esas miradas que me clava sale desde su boca la pregunta, de qué color es el hilo que llevo puesto hoy. Tonta no soy, ¿saben?, estudio muy bien a los atacantes que me quieren de presa.

En fin, a los minutos de haber entrado llaman a la recepción. El cliente de la habitación 4B estaba pidiendo compañía, una trigueña con el cabello ensortijado. Yo misma soy. El tipo llevaba como hora y media en su cuarto, lo único que había pedido era una botella de Whiskey, quiere decir que anda quesúo viendo el canal porno y se le antojó tirarse a una prostituta.

El pasillo estaba húmedo, la señora de limpieza ya debe haber pasado coleto. Toco la puerta y me recibe el tipo. Un hombre de cuarenta y pico de años, aún con su traje de oficina pero sin la corbata, seguramente tuvo un día patético para venir acá y encerrarse en este hotel del año de la pera.

Wilferd se llamaba, tenía un acento de gocho y gestos un poco pargos. Me dijo que era dueño de una empresa de jabones, pero a mi parecer es otro tipo que acaba de perder su trabajo y se niega llegar derrotado a su hogar. Su sonrisa era una mezcla de lástima y esperanza, busqué la mejor manera de animarlo.

No sé por qué, pero en mi mente solo estaba la imagen de Cheo. Ni modo, mientras el tipo se tomaba un trago sentado yo me encontraba arrodillada frotando mis manos sobre su pantalón buscando su miembro. Lo tenía más muerto que el coño. Ni me importaba, con tal de que me pagara lo mío podía estar ahí todo el rato resucitando a la momia que tenía de pene.

De repente, me cambió la señal.

¿­No puedes llamarte al chamo de recepción?, me preguntó

¿Por qué, sucede algo?, le dije.

Llámalo, y dile que suba, me respondió.

Hablé con el recepcionista por el teléfono de la habitación, luego, me dijo que me pusiera en cuatro en la cama apoyada de mis codos.

Cheo entró, y con una mirada extraña inspeccionó el lugar y la situación.  El tipo nos propuso  pagarnos 800 bolívares a cada uno por tirar mientras él nos veía. Por unos segundos nos quedamos mirándonos a los ojos, esperando quién respondería la petición.  Yo tomé la iniciativa y acepté por los dos. Cheo estaba todavía pensando qué decir, a los segundos asintió.

Mientras el cliente se llevaba el vaso a su boca, Cheo bajaba mis leggins hasta los muslos, cuando vio mi hilo verde sacó la mirada picarona.


Qué charlera, me dijiste que cargabas uno morado, dijo.

Metió su rostro entre mis nalgas, aspirando el olor de mi sexo. Yo busqué romperle los pantalones, sentía que estábamos al mismo ritmo del desespero. Mientras me agarraba el cabello, busqué su miembro con mis manos para colocarle un condón de color rojo.


El único sonido que se escuchaba era de la escena lésbica que había en el televisor, el nuestro se integró a los minutos cuando se puso encima de mí y me penetró. Yo me limité a agarrarme de las almohadas. Dejé que Cheo hiciera el resto, se notaba que estaba dispuesto a dejarlo todo en esa cama de cemento. No sentíamos la presencia del señor, éramos el recepcionista y yo jugando a ser actores del placer para un desconocido.

Mientras me tenía en cuatro, veía de reojo al cliente. Me daba cuenta que el ojo derecho se le movía de manera extraña, era demasiado lo que presenciaba. Mis nalgas chocaban con la pelvis del recepcionista. Sentía que no estaba con un desconocido. Sabía mis vulnerabilidades y buscaba explotarlas para hacerme respirar con dificultad.



El tipo seguía mirando, su sonrisa cambió. Ahora era una sonrisa de descubrimiento, de asombro. Esa fue la aprobación de que estaba haciendo bien mi chamba, y al mismo tiempo rompía el cerco invisible con Cheo.

A todas estas, sus entrepiernas empezaron a temblar. Sus gemidos eran más fuertes que los míos, llegaba la hora de la gran explosión. Cuando sucedió, cayó rendido sobre mi espalda, dejando ahí el sudor de su frente.

Al final del acto, el cliente aplaudió lentamente y se paró de la silla, tomó un trago más y sacó una paca de dinero del bolsillo. 1600 bolívares en billetes de cien quedaron en la cama cuando el señor iba cerrando la puerta con el paltó en su mano.

Ambos nos vestimos y bajamos a la recepción como si nada hubiera pasado. El regresó a la parte de atrás del mueble, nos dijimos mil palabras con la mirada y luego salí a fumar otro cigarro. Cuando aspiré la primera vez, retomé la noción del tiempo, observé la calle y la afluencia de carros.

Eran las 4 de la madrugada, es increíble cómo el tiempo pasa cuando suceden cosas fuera de la rutina. A pesar de no haber sido quincena, hoy fue una buena noche.


Relato de una prostituta en la revista U-SEX por 6topoder

domingo, 5 de agosto de 2012

Por un buen polvo

 Nada mejor que esta bien instruido en las artes de la cama, acá te dejamos los mejores  #tototips  para que tengas una noche y un "polvo" de locura.

1. No sientan miedo de la desnudez. Siéntanse a salvo sin ropa.



2. Toquen por todas partes. Las películas eróticas muestran siempre manos sutiles y cadenciosas. El sexo de verdad es de manos torpes y animales. Un buen amante toca en lugares tan inhóspitos como el rodadero en el que la cola deja de ser cola para convertirse en culo.



3. Besen mucho, pero besen bien. Los mejores polvos de la historia se han echado a perder por un beso baboso, brusco o pusilánime. Encuentren una dosis justa de labios y lengua, y besen como si fuera esa noche la última vez.



4. Pregunten cómo le gusta a la mujer que la toquen. Incluso pídanle que les muestre cómo se masturba. Ojo: esos secretos solo se muestran cuando las ganas no nos deja reparar en el pudor. Nadie sabe más sobre su propio placer que una mujer.





5. No esperen que las mujeres hagan trabajos perfectos. Sean su guía en el camino, y sepan premiarlas cuando lo están haciendo bien. Nada más decepcionante que un hombre que no muestra ni una pizca de placer.



6. Olvídense del asco. El que siente asco, debería desistir de ser un buen amante.



7. No busquen siempre la cama para hacer el amor. Una mujer nunca puede olvidar un polvo rápido en el baño de una fiesta, o en un ascensor.



8. Eviten creerse sementales. Si no pueden seguir con el siguiente polvo, déjenlo de ese tamaño. A las mujeres no les gusta las cosas a medias.



9. No le pregunten siempre si se vinieron. La preocupación por el placer debe ser mucho más constante y tácita que esa pregunta detestable. Entiendan de una vez por todas que a ellas les importa más "ir" que "llegar".




10. No sean agalludos. Diez polvos con una sola mujer les darán mucho más conocimiento que cien one night stands. Ser un buen amante se parece más a domar a una potra briosa, que a vanagloriarse de haber montado mil yeguas mansitas.



11. No vuelvan el acto una lista de cosas por chulear. Nada más desapacible que un hombre metódico tratando de hacerlo todo en un solo polvo, como si no existieran más oportunidades para explorar.




12. Olvídense de que hay que mantener un récord exacto en la eyaculación. Hay polvos largos y polvos cortos. Aunque las mujeres disfrutan más los largos, también les genera un placer infinito que no se aguanten.



13. Aprovechen los celos como afrodisíaco. Sepan recrear e invitar a otras personas a su cama de manera imaginaria cuando la cosa está como pasmada. Dense licencia para recordar las tetas de otra y denles licencia para fantasear con las manos de otro. Ojo: no lo pongan de manifiesto.



14. No hablen (especialmente de sus ex novias). Olviden esa premisa ridícula de que a las mujeres les gusta hablar después de tirar. Si ellas quedan bien comidas, también queran dormir plácidamente.



15. Manden. Todas tienen una pequeña debilidad por el machismo.



16. No manden. Todas tienen una pequeña vena feminista.



17. Dejen el miedo de enamorarse. Es el único riesgo que deberían permitirse sin angustia a la hora de hacer el amor.





18. No sigan nunca los consejos sexuales de ninguna revista. Sean espontáneos.



El humor de la semana

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